domingo, 29 de enero de 2012

Capítulo 19: "La puerta de madera"

Es domingo al mediodía y el sol cae a pique sobre la avenida. La sombra de los postes y de unos pocos árboles secos no da refugio. Está luminosa y vacía como la cabina de un avión no tripulado. Juan Schiavi espera el colectivo 53 desde hace casi un cuarto de hora. Pasan autos, ciclomotores, bicicletas, chicas en rollers, un carro cargado de chatarra atado atrás de un caballo viejo, un 128 y dos 88. Se acercan a la parada dos chicas de la mano. En la esquina hay un pibe con una guitarra al hombro.
Enciende el tercer cigarrillo pero el humo le agrieta la garganta reseca así que después de darle un par de pitadas lo tira lejos, al pavimento. Se asoma a ver si llega el bondi. A lo lejos reconoce las luces de un patrullero. Schiavi da media vuela y camina hacia la vereda, dándole la espalda a la avenida, hasta que la policía se pierde de vista. Enciende otro cigarrillo. Las chicas se besan. El pibe en la esquina mira la hora, se sienta al cordón.
Pasa otro 128. Se suben las chicas. Pasan taxis, más autos, algunas camionetas último modelo. Enfrente, un tipo alto y flaco, con el flequillo oscuro pegado al cráneo, sale de una puerta de madera que se abre apenas lo suficiente para dejarlo pasar. El flaco mira a ambos lados antes de cruzar la avenida corriendo hacia donde esperaba el pibe de la guitarra, que se levanta. Los dos comienzan a caminar juntos hacia la esquina, donde doblan y se pierden de vista.
A lo lejos, sobre la avenida, el sol rebota sobre algo que podría ser un 53, aunque Schiavi no pueda verlo porque la luz le hace entrecerrar los ojos. A sus espaldas, vuelven a aparecer los dos pibes, que cruzan hacia la puerta de madera y se despiden con un apretón de manos. El flaco vuelve a entrar. La silueta del colectivo que lo deja se recorta, ahora sí, con claridad.
Levanta el brazo derecho para llamarlo pero el 53 no reduce su velocidad ni, mucho menos, se detiene. Son casi las dos de la tarde. Después de pensarlo un rato, Schiavi cruza la avenida y golpea la puerta de madera.

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